sábado, 9 de mayo de 2009

Magia crítica


El jueves pasado, 7 de mayo, fue uno de esos días especiales.
Yendo para la presentación del libro Invasores, de mi amigo Alejandro Agostinelli (que aún no leo, pero sé como escribe Alejandro, así que desde ya lo recomiendo), acompañado por mi co-worker Roberto, que vive a la vuelta de donde se presentaba, me crucé con mi amigo Alberto Fasce. Lo secuestré a la presentación, seguro de que la iba a disfrutar.
A Alejandro Agostinelli hacía años que no lo veía. A Alberto, algunos meses. Ya en la presentación, me lo encuentro a Fernando Mazzeo, que hace otros tantos años que no veía, un lector exquisito, amante de la ciencia ficción y la buena vida.
Es que todo el mundo es amigo de Alejandro (Alberto, a su vez, encontró otro amigo por ahí).
Y como no serlo: un tipo capaz de preocuparse por entender a la gente, de hablarle de igual a igual a cualquiera, aunque le esté diciendo que es un venusino de 12.000 años de edad, no puede ser mal tipo. Un tipo "who wants to believe".
Esto lo destacó Daniel Riera en su speech, que abrió la ceremonia haciendo recitar a todos los presentes la intro de la famosa serie Los Invasores (esa de "bla... bla... bla... David Vincent, arquitecto... merendero abandonado... bla... bla... bla...") cual juramento para cargo público (es de destacar que él se la sabía de memoria).
Si, todos los presentes recitamos la intro de Los Invasores. Somos geeks, ¿algún problema?
Daniel Riera leyó un poco del libro (en esta foto se lo ve. Y a mi nuca justo al lado de la cabeza de Alejandro. Estoy apoyado sobre la columna) y habló sobre el excelente periodismo que hace Alejandro.
Después habló Alejandro, muy emocionado, contó alguna anécdota y esas cosas que se hacen en estos casos.
No ligamos nada en el sorteo de CDs y libros con Albert, así que nos compramos sendos ejemplares y Alejandro los autografió (si leés esto, Ale, veremos que se puede hacer para que se cumpla lo que me pusiste).
En el interín, Fernando le comentaba a Daniel sobre mi parecido con el Capitán Escarlata, sólo que para el otro muñeco el tiempo no pasa, mientras que yo ya tengo canas.
Nos fuimos a cenar con Alberto, hablamos de proyectos, de mujeres y de la vida, y así cerré una (otra) noche mágica.
Pero crítica, ¡ojo!

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